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Revista Oficial del Poder Judicial, 16(21), 2024, 479-502
REVISTA OFICIAL DEL PODER JUDICIAL
Vol. 16, n.
o
21, enero-junio, 2024, 479-502
ISSN: 2663-9130 (En línea)
DOI: 10.35292/ropj.v16i21.908
El proceso de la independencia peruana y el
constitucionalismo en la formación de la república:
el aporte de los invisibilizados
The process of Peruvian independence and constitutionalism in
the formation of the republic: the contribution of the invisible
O processo de independência e constitucionalismo peruano na
formação da república: a contribuição do invisível
Walber José santos Gomero
Distrito Fiscal de San Martín
(Tarapoto, Perú)
Contacto: wsantosdj@mpfn.gob.pe
https://orcid.org/0000-0003-2558-3241
RESUMEN
El estudio presenta los resultados de una revisión bibliográfica sobre el
constitucionalismo que se instauró después de la guerra de independen-
cia y que fue asumido por el Congreso Constituyente de 1822. Desde
la perspectiva de la historiografía del derecho con enfoque interdiscipli-
nario se propone una puesta en valor del rol y el aporte de la mujer, el
campesino y el afro a la independencia política de nuestro país. A partir
de ello, se puede afirmar que la fundación de la república fue producto
de un complejo proceso sociopolítico, y que la historia oficial y patriar-
cal ha invisibilizado a los otros protagonistas, los sectores poblacionales
históricamente excluidos del diseño político, jurídico, económico y cons-
titucional de dicho Congreso Constituyente. Así las cosas, se pretende
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Walber José santos Gomero
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contribuir a la comprensión, el análisis y la valoración crítica del rol y el
aporte del movimiento feminista, campesino y afroperuano en la forja
de un Estado constitucional de derecho y una república de iguales. Se
concluye planteando la cuestión de cómo la visión ideológica patriarcal
y asimétrica consolidó y asentó la legalidad, mas no la legitimidad ni la
representatividad de la Constitución de 1823, que justificaba una Repú-
blica injusta, excluyente y desigual, la cual sigue siendo un reto para el
país y la convivencia democrática.
Palabras clave: constitucionalismo; independencia; república; movi-
miento feminista; campesino; afroperuano.
Términos de indización: derecho constitucional; igualdad de género;
administración de justicia; derechos humanos (Fuente: Tesauro Unesco).
ABSTRACT
The study presents the results of a bibliographic review on constitutionalism
that was established after the war of independence and that was
assumed by the Constituent Congress of 1822. From the perspective
of the historiography of law with an interdisciplinary approach, it is
proposed a valuation of the role and contribution of women, peasants
and Afro-descendants to the political independence of our country. From
this, it can be affirmed that the founding of the republic was the product
of a complex socio-political process, and that the official and patriarchal
history has made invisible the other protagonists, the population sectors
historically excluded from the political, legal, economic and constitutional
of said Constituent Congress. Thus, it is intended to contribute to
the understanding, analysis and critical assessment of the role and
contribution of the feminist, peasant and Afro-Peruvian movement in
the forging of a Constitutional State of Law and a Republic of equals. It
concludes by raising the question of how the patriarchal and asymmetric
ideological vision consolidated and established the legality, but not the
legitimacy, nor the representativeness of the Constitution of 1823 that
justified an unjust, exclusive and unequal Republic, which continues to
be a challenge for the country and democratic coexistence.
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Key words: constitutionalism; independence; republic; feminist movement;
peasant; Afro-Peruvian.
Indexing terms: constitutional law; gender equality; justice administration;
human rights (Source: Unesco Thesaurus).
RESUMO
O estudo apresenta os resultados de uma revisão bibliográfica sobre o
constitucionalismo que se instaurou após a guerra da independência
e que foi assumido pelo Congresso Constituinte de 1822. A partir
da perspectiva da historiografia do direito com uma abordagem
interdisciplinar, propomos destacar o papel e a contribuição das mulheres,
dos camponeses e dos afrodescendentes para a independência política de
nosso país. A partir disso, pode-se afirmar que a fundação da república
foi produto de um processo sócio-político complexo, e que a história
oficial e patriarcal invisibilizou os demais protagonistas, os setores
populacionais historicamente excluídos do processo político, jurídico,
econômico e constitucional do referido Congresso Constituinte. Assim,
pretende-se contribuir para a compreensão, análise e avaliação crítica
do papel e da contribuição do movimento feminista, camponês e afro-
peruano na construção de um Estado Constitucional de Direito e de
uma República de iguais. Conclui levantando a questão de como a visão
ideológica patriarcal e assimétrica consolidou e estabeleceu a legalidade,
mas não a legitimidade, nem a representatividade da Constituição de
1823 que justificou uma República injusta, exclusiva e desigual, que
continua a ser um desafio para o país e a coexistência democrática.
Palavras-chave: constitucionalismo; independência; república; movimento
feminista; camponês; afro-peruano.
Termos de indexação: direito constitucional; igualdade de gênero;
administração da justiça; direitos humanos (Fonte: Unesco Thesaurus).
Recibido: 31/12/2024 Revisado: 8/2/2024
Aceptado: 9/5/2024 Publicado en línea: 30/6/2024
Walber José santos Gomero
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1. INTRODUCCIÓN
En primer lugar, como cuestión previa, debemos señalar que el asunto
que traemos a colación, dada su implicancia histórica y actual, corre un
doble riesgo: analizar el pasado con criterios del presente y analizar el
pasado con una mirada del pasado. A fin de sortear ese riesgo, se intentará
hacer uso de las herramientas analíticas de la historiografía científica y
de la interdisciplina para una comprensión e interpretación del pasado
que no deje de lado la crítica lúcida y justificada en aras de avizorar
un presente y un futuro plausibles. Asimismo, se debe señalar que la
historiografía básica ha asumido de modo secuencial una continuidad
histórica entre el incanato, el virreinato y finalmente la república. Esta
división temporal asumida, por lo general, por cuestiones didácticas y
para fines explicativos de la historia, no deja de tener bemoles, matices,
y no está exenta de críticas y precisiones aún pendientes, pues conside-
ramos que la historia como ciencia social está en permanente revisión y
construcción. Se trata de una disciplina no definida ni definitiva y por
eso mismo requiere de mayores y permanentes estudios.
Dicho lo anterior, se puede manifestar que el sistema democrático
actual vive una crisis que es heredada de épocas pasadas, que se ha ido
profundizando, evolucionando y complejizando cada vez más a lo largo
de los años. No es un tema aislado y exclusivo del país, sino que dicha
crisis tiene también una expresión a nivel global, y si la democracia actual
sigue en crisis, el Perú como proyecto de nación, una vez más, sigue en la
encrucijada de ser un país viable. Si bien existen varias formas de explicar
dicho fenómeno: desde el punto de vista de la filosofía, la economía, la
antropología o el derecho, o si se quiere desde una mirada interdiscipli-
naria; para efectos de este estudio se ha optado por recoger los aportes
de cada disciplina a fin de conseguir una explicación integral, sistemá-
tica, coherente y consistente de procesos históricos no siempre definidos
ni definitivos. A partir de ello, se propone una puesta en valor del rol y
el aporte de la mujer, el campesino y el afroperuano al proceso político
y social de lo que se denomina como independencia.
Para arribar a la instauración del sistema democrático y por ende
a una república, se ha recorrido un proceso de larga data, pero a decir
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de Macera (1985), esta no empezó con San Martín ni Bolívar, sino que
comenzó al día siguiente de la derrota del inca por Pizarro. Dicho proceso
histórico no se presentó de forma aislada ni fue solamente nacional, sino
que respondió a factores internos y externos, explícitos e implícitos, visi-
bles y subyacentes. Siguiendo el análisis de Macera (1985), siempre hubo
por parte de los nativos, en particular de los campesinos, resistencia al
dominio y control de la Corona española. Esto se evidencia con las ciento
doce rebeliones campesinas ocurridas entre 1730 y 1780, que tuvieron
como móvil el descontento con el régimen colonial excluyente y discri-
minante que ellos percibían. De otro lado, diversos hechos que guardan
relación con lo anterior, como la Revolución francesa, la independencia
de los Estados Unidos y la invasión a España por parte de Napoleón
Bonaparte en 1808, fueron detonantes que generaron las condiciones
propicias para que los coterráneos de aquel entonces asuman la posibi-
lidad de acabar con la dependencia política, económica y social de la
Corona española, como finalmente sucedió. El tema del factor interno
fue gravitante para obtener lo que se ha denominado como independen-
cia, pero esta es olvidada por la historiografía oficial, como ocurrió con
la gran rebelión iniciada el 4 de noviembre de 1780, por José Gabriel
Condorcanqui, Túpac Amaru II, que por el alcance geográfico de su
acto, lo que ahora comprendería Perú, Ecuador, Bolivia y Argentina, y
habiéndose calculado la muerte de más de cien mil personas, fue uno
de los hitos más importantes en dicho proceso y que aún no se acaba de
valorar en toda su magnitud.
Asumiendo la continuidad histórica antes mencionada, se advierte
que el proceso de independencia peruana siempre fue escrito desde una
perspectiva patriarcal y desde una visión eurocéntrica; por eso, Salazar
Bondy (1968) afirmaba que se pretendía desarrollar e imponer institu-
ciones a partir del modelo político europeo, y es que por aquel enton-
ces, incluso hasta hoy, se adoptaban como válidos sin mayores críticas
los moldes teóricos y fácticos del pensamiento occidental, en especial
de Europa, y se importaban sin más ni más, corrientes de ideas, escue-
las, instituciones, sistemas definidos y completos en su contenido e
intención. También señaló que pensar en el país era sinónimo de adoptar
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un ismo extranjero y eso se reflejó también al momento de escribir la
denominada «historia oficial», que fue redactada siempre desde la pluma
y la perspectiva del hombre, blanco, urbano, de posición económica
dominante, de aspecto señorial, poseedor de una educación privile-
giada, perteneciente a cierto sector social, familiar y castellanohablante.
En consecuencia, debe tenerse presente que por más de doscientos años,
la presencia y el quehacer de la mujer, del campesino y del afroperuano
en el proceso de la independencia fueron borrados e invisibilizados
(Ramírez, 2019, p. 2), como si la historia del país solo perteneciera y la
hiciera un determinado grupo de personas, como si los demás no exis-
tieran o no quisieran que existieran. Se trataba de una exclusión y discri-
minación que si bien hoy resultaría inaceptable y condenable, en aquel
entonces era una práctica normalizada y asumida plenamente sin san-
ción alguna (Flores Galindo, 2015). En aquellos años era imposible mirar
al diferente como un igual en derechos y dignidad, y es que la cuestión
del «otro» y de uno mismo (Callirgos, 1993) era un tremendo drama a
resolver. No olvidemos que en 1952, siendo senador por la región Junín,
Manuel Faura presentó un proyecto de ley para restringir el ingreso a
Lima, el Callao y alrededores a los habitantes de otros lugares del país, se
debía permitir el ingreso solo a aquellos que probaran tener un motivo
justificado. Este proyecto incluía la restricción del ingreso de provincia-
nos a Lima por tres años (Pardo-Figueroa, 2000). No debe perderse de
vista que se trataba de un proyecto de ley presentado por un senador
de la región Junín, es decir, ni siquiera él mismo era limeño. Era la exclu-
sión de la exclusión, sino basta recordar que los campesinos del Cusco
tenían prohibido ingresar a su propia plaza de Armas hasta 1960.
Esto trae a colación cuando se señala que, entre otras razones, el
racismo peruano es un racismo colonial construido a partir de las catego-
rías mentales de los autodenominados conquistadores (Manrique, 1999).
Aunque también hay quienes señalan que se trata de un racismo del
siglo XX heredado del Perú republicano y decimonico antes que del
colonial, sobre todo, a partir de la asociación entre sujetos racializados
y geografías determinadas, como campesino y serranía (Méndez, 2011).
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Preguntarnos cuánto ha cambiado eso al día de hoy merecería más de un
estudio, que, por cierto, se han hecho y se siguen haciendo
1
.
Por eso desde hace algunos años existe, en particular, abundante
producción académica sobre la participación y el rol de la mujer, el cam-
pesino y el afro en la guerra de independencia del Perú, máxime si esta
tarea tuvo como marco la conmemoración del bicentenario de la Repú-
blica; así tenemos los escritos de Flores Galindo (1987), Ramírez (2019),
Mc Evoy (2021), Guardia (2021) y Walker (2022), quienes de manera pro-
fusa y minuciosa han descrito, analizado y, queriéndolo o no, reivindicado
la participación de la mujer, el campesino y el afroperuano en el proceso
independentista. Todo ello en contraposición a lo escrito hace doscientos
años, donde se narra solo la autoría de argentinos, chilenos, colombianos
y únicamente de varones en dicho proceso; por tal motivo, los autores
contemporáneos concluyen que está fuera de todo cuestionamiento el
papel de la mujer y los campesinos en la ruptura con la Corona espa-
ñola y lo que significó no solo la entrega de su vida, como se evidencia en
los casos emblemáticos de Micaela Bastidas, Tomasa Titu Condeymata,
Cecilia Túpac Amaru, Bartolina Sisa, Gregoria Apasa y Marcela Castro.
Además, resulta revelador en los estudios contemporáneos que se
relacionen dichos hechos históricos con el nacimiento de la República
liminal, a través de la Constitución de 1823, y es que como ya se señaló
existe una circularidad normativa entre filosofía política, teoría del dere-
cho, producción de derecho, sentido cívico y construcción de la demo-
cracia (Ferrajoli, 2023). Bajo ese marco y visión novedosa, el presente
estudio expone que el proceso republicano fue producto de un complejo
recorrido sociopolítico y que la historia oficial y patriarcal ha procurado
invisibilizar a los otros protagonistas, los sectores históricamente exclui-
dos del diseño político, jurídico-económico y constitucional de dicho
Congreso Constituyente. Así se pone en evidencia la contribución que
hicieron diversas mujeres, campesinos y afroperuanos al proceso de la
independencia y cómo este aporte no fue tomado en cuenta en el primer
Congreso Constituyente de la naciente República peruana, esto es, al no
1 Ver más al respecto en Orboler (1996), Callirgos (1993), Sandoval (2012) y
Cotler (1988).
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considerar como ciudadanos
2
a dichos sectores sociales en la Constitu-
ción de 1823; para luego relacionarla con la ciencia del derecho y sobre
todo con la instauración de la República que no empezó el 28 julio de
1821, sino que tuvo su germen cuarenta años atrás con la rebelión de
Túpac Amaru II en 1789 y culminó en 1824 (Lumbreras, 2022).
Finalmente, se propone una comprensión e interpretación histó-
rica que pretende contribuir al análisis crítico y a la valoración del rol y
el aporte de la mujer, el campesino y el afroperuano en la forja de un
Estado constitucional de derecho y una república de iguales; así, parafra-
seando a Basadre (2022), una nueva promesa y posibilidad para el país.
2. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA:
¿
UNA DISCUSIÓN ACABADA?
Abordar el proceso histórico de la independencia no es pacífico ni está
exento de sesgos, además de resultar problemático de por sí y más si se
trata de relacionarla con el constitucionalismo. Si pretendemos agrupar
didácticamente las posiciones en torno a dicho período histórico para
los fines de este trabajo, estas serían tres: la primera, autores como De
la Haza (2023), De la Puente y Pacheco Vélez afirman que la indepen-
dencia es el resultado de civiles criollos peruanos, y proponen el con-
cepto de «precursores». La segunda es la propuesta de Mariátegui (2016)
y de Bonilla (2007), quienes señalan que la independencia triunfó por
la acción de los ejércitos del norte con Bolívar y del sur con San Martín,
financiados por Inglaterra; además, argumentan que como producto
de una profunda segregación de la sociedad colonial impidió que los
2 Es pertinente definir en esta parte qué entendemos por ciudadanía y para esto
Bermúdez-Tapia (2022) señala que dicha categoría está integrada por tres aspectos:
(a) un estatus legal normado en un texto constitucional por el cual se le confiere
un conjunto de derechos y obligaciones; (b) un estatus moral relacionado con un
desarrollo ético-filosófico; y (c) una identidad relacionada con una pertenencia a una
comunidad que puede estar determinada por razones étnicas, lingüísticas, sociales,
culturales, económicas o políticas y que a inicios del siglo XIX estos elementos no
formaban parte del consciente social de los peruanos; en consecuencia, impedía
que las poblaciones indígenas, afroperuanas y mujeres pudieran materializar su
ciudadanía, estas de facto estaban excluidas constitucionalmente porque se exigían
ciertos requisitos que no cumplían.
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indios, los mestizos y los afro articulen un programa concreto. Y, final-
mente, la tercera, los que proponen que la independencia fue gracias a
los esfuerzos de colectivos de distintos sectores sociales que tenían por
objetivo desvincularse de los patrones de dominación colonial (Flores
Galindo, 1987; OPhelan, 1985). También existen tesis actuales como la
propuesta por Bermúdez-Tapia (2022), que afirma que la independencia
encontró a las clases sociales en un elevado grado de inmadurez cívica
y política, lo que explica su carácter invertebrado y disperso, situación
que a la fecha se mantiene y que expone la crisis actual. Por ello, en con-
sonancia con el estudio, se opta por la propuesta de O’Phelan y Flores
Galindo, pues representa una propuesta integral y sistemática; en suma,
es una perspectiva desde la óptica de la historia vista desde los de abajo,
desde los invisibilizados. Eso implica revisitar o revisar el clásico relato
del proceso de la independencia, como se hace a continuación.
2.1. Revisitando el relato tradicional del proceso de independencia
Cuando arribaron los españoles al Perú, este tenía una población de
nueve millones de habitantes, una vez terminada la Colonia y para 1821 se
estima que dicha población quedó reducida a un millón doscientos mil
habitantes (Manrique, 2006). De acuerdo con el censo ordenado por el
virrey Gil de Taboada y Lemos, en 1790 los habitantes de Lima, que era
el centro del dominio absoluto de la vida política, económica, social y
cultural del virreinato, ascendían a 18 892 españoles; 8960 afroperuanos;
3912 indígenas y 17 709 correspondían a los denominados quinterones,
cuarterones, mestizos, zambos, chinos y mulatos (Rosas, 2021). Con la
denominada época de conquista se instauró un nuevo sistema de orga-
nización social y económica, que dispersó la organización colectivista
inka, caracterizada por ser laboriosa, disciplinada, esclavista, panteísta y
con bienestar material para todos (Mariátegui, 2016).
Los españoles de aquel entonces impusieron su organización eco-
nómica basada en la explotación laboral y en el extractivismo minero,
sometieron a los nativos a la servidumbre en las encomiendas, las hacien-
das, las estancias y los obrajes; desplazaron sus creencias religiosas y
divinidades por las cruces, los santos, las vírgenes y los cristos, impusieron
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su régimen político con el virrey, los corregidores, los oidores; asimismo,
implantaron las capitanías, las intendencias y los partidos (Ramírez,
2019). En suma, se trató de un régimen que justificó el abuso y la injus-
ticia para los indígenas porque ellos venían a traerles la civilización y
la religión; pero a la vez este sistema en sus entrañas también traía su
autodestrucción, ya que el sistema colonial era de por sí corrupto, arri-
bista, oportunista y devorador (Quiroz, 2013). Estos fueron algunos de
los factores para que el proceso de la independencia cuajara y conven-
ciera a la gran mayoría, pues tampoco se puede negar que hubo un sector
influyente que deseaba que se continuara bajo el dominio de la Corona
española.
Así, para arribar a la ansiada independencia tuvieron que trans-
currir trescientos años desde la instalación del virreinato, el cual se
basó en una organización social segregacionista, es decir, un país para
los españoles y otro para los indios, cada uno tenía derechos y obligacio-
nes diferentes, lo que incluía privilegios para la nobleza de ambos gru-
pos (españoles e indios) y una manifiesta subordinación de los indios
para con los españoles. También se produjeron contradicciones entre
los criollos (los hijos de españoles nacidos en el Perú) y los españoles,
ya que los criollos o blancos nacidos en América fueron apartados de
todo cargo público por los españoles; pero aquellos se sentían superiores
a los enviados por la Corona. Los mestizos eran percibidos como seres
despreciables e inferiores; y, finalmente, los indios no eran considerados
personas, por tanto, no se les reconocía dignidad ni derechos, por ello
quedaba justificado que se les tratara como salvajes y siervos (Basadre,
2022).
De otro lado, Flores Galindo (1987) sostiene que las acciones de José
Gabriel Condorcanqui —Túpac Amaru II— y Micaela Bastidas en 1780
significaron dos hitos importantes en el proceso de independencia. El
primero fue el más grande y dilatado esfuerzo cualitativo y cuantitativo
para con la ruptura de la Corona española que abarcó e irradió desde
el Cusco hasta lo que hoy es Bolivia y Argentina; y, el segundo, que por
primera vez se esbozó un programa político y jurídico: la expulsión de los
españoles, la restitución del Imperio incaico y cambios en la estructura
económica frente al colonialismo; aunque también dicha derrota, que
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alcanzó los cien mil muertos por parte de los campesinos, trajo como
consecuencia la eliminación de la élite inca y esta fue reemplazada por
los criollos limeños y urbanos.
El Perú por su situación geográfica e histórica desde la denominada
Conquista resultó el centro del poderío económico y militar español, por
eso con razón Bolívar la denominó el «nudo del imperio»; así Mc Evoy
(2022) afirmó que el Perú fue el núcleo del poder virreinal, la lucha polí-
tica y militar fue muy compleja y el proceso de instaurar una república,
largo e intrincado, pero dicha afirmación se refiere solo a los doscientos
años de su historia última, aunque todo es el resultado de un pasado que
se remonta a diez mil años atrás, cuna de grandes civilizaciones, entre
otras, una de las más avanzadas de Sudamérica, como fue la inca.
En ese sentido, resulta válido para cuestiones explicativas y perió-
dicas cuando Ramírez (2019) manifiesta que la lucha por la independen-
cia comprendió cuatro etapas: la primera que fue antes de la rebelión de
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, en 1780; la segunda, entre
1780 y 1816; la tercera entre 1816 y 1821; y la cuarta, la de 1822, con la
instalación del Congreso Constituyente de 1824, año en que se produce
la batalla de Ayacucho.
Coincidimos con Klarén (2013) cuando sostiene que el proceso de
la independencia siempre ha sido contado y escrito por una élite; desde
hace unas décadas se han hecho esfuerzos para escribirla desde perspec-
tivas de quienes no tienen el poder: mujeres, trabajadores, campesinos.
A partir de dicha afirmación se puede señalar que estos siempre fueron
invisibilizados por los narradores oficiales de la historia y ello se reflejó
en la primera norma constitucional y fundacional de la república, como
fue la Constitución de 1823, sino véase lo que esta señalaba respecto a
quienes se consideraban ciudadanos:
Artículo 17. Para ser ciudadano es necesario: Primero: Ser peruano,
Segundo: Ser casado, o mayor de veinticinco años y Tercero: Saber
leer y escribir […]. Cuarto: Tener una propiedad o ejercer cualquiera
profesión o arte con título público u ocuparse en alguna industria
útil, sin sujeción a otro en clase de sirviente o jornalero.
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En suma, el Perú republicano se forjó en una estructura socioeco-
nómica injusta, excluyente y desigual; la mitad de su población no era
considerada como ciudadana y los campesinos no sabían ni leer ni escri-
bir; la república era de los criollos porque fue concebida por ellos y para
ellos.
Tampoco se pueden obviar los hechos precisados por Rosas (2021),
cuando refiere que ante la presencia de San Martín cerca de Lima, la
expedición de Cochrane a la sierra central, las guerrillas en Huancayo,
la presencia de insurgentes en Lima, la escasez de alimentos y sobre todo
el retiro de Lima por el último virrey La Serna al Cusco el 6 de julio de
1821; trajo como consecuencia un vacío de poder y el miedo de las élites
peninsulares y criollas a las revueltas por parte de esclavos, indígenas y
sectores populares. Así las cosas, el Cabildo de Lima tomó la decisión
de convocar a San Martín para que ingresara a Lima y se hiciera cargo
del gobierno.
3. LA PRESENCIA Y LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES,
LOS CAMPESINOS Y LOS AFROPERUANOS EN EL PROCESO
DE INDEPENDENCIA
La historiografía oficial ha sido de la tendencia de señalar que el proceso
de independencia fue obra de corrientes libertadoras del sur con San
Martín y la del norte con Bolívar; a tal punto que el mayor referente sobre
la República, Jorge Basadre (2022), afirma: «Túpac Amaru y quienes lo
antecedieron y le sucedieron en su gesto heroico tenían primordialmente
un significado campesino e indigenista; la Emancipación fue la resultante
de una obra urbana y criolla» (p. 104). Ante ese relato predominante
por décadas, en los últimos años se han realizado esfuerzos y estudios
para brindar una perspectiva más completa y compleja del proceso de
independencia y de ruptura con la Corona española, que fue construida
por muchos protagonistas y con participación de diversos actores y
sectores sociales: criollos, campesinos, mujeres, afroperuanos, asiáticos,
italianos, colombianos, argentinos y otros que se asentaron en territorio
peruano.
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3.1. Las mujeres en el proceso de independencia
Luego de una revisión bibliográfica se pueden realizar dos afirmaciones
de cómo ha tratado la historia a las mujeres: primero, la abundante his-
toriografía durante estos doscientos años no ha mencionado la partici-
pación de la mujer en la gestación del proceso de ruptura con la Corona
española, al respecto Guardia (2021), Mc Evoy (2021) y Hermoza (2016)
así lo corroboran. En segundo lugar, durante estos últimos años diver-
sos estudios académicos han visibilizado y reivindicado los aportes de la
mujer en la lucha por la independencia de Sudamérica y en particular
del Perú; aunque también resulta significativo el gesto de San Martín
cuando mediante un decreto de fecha 11 de enero de 1822 reconoce
públicamente la participación de treinta y tres mujeres:
Las patriotas que más se hayan distinguido por su adhesión al
Perú, usarán el distintivo de una banda de seda bicolor blanca
y encarnada que baje del hombro izquierdo al costado derecho,
donde se enlazarán con una pequeña borla de oro con las armas del
Estado en el anverso y esta inscripción en el reverso: Al patriotismo
de las más sensibles. (Mc Evoy, 2021, p. 2)
Entre 1780-1820, los que conformaban las guerrillas lideradas por
Túpac Amaru fueron miles, se incluía por supuesto a las mujeres, entre
otras: Micaela Bastidas Puyucahua (1744-1781), Ventura Ccalamaqui,
Emeteria Ríos de Palomo, Tomasa Tito Condemayta, Cecilia Túpac
Amaru, Trinidad Celis de Neira, Bartolina Sisa y Gregoria Apaza. Por
ello, a decir de Flores Galindo (1987), la independencia comienza en
1780, ya que el levantamiento tupacamarista tuvo un alcance sorpren-
dente, traspasó los territorios del Perú hasta Bolivia y Argentina y se
esbozó un programa político y jurídico por el que luchar, lo que lo con-
virtió en un movimiento de alcance nacional e internacional, y es que
Túpac Amaru proponía una sociedad integrada por criollos, mestizos,
afroperuanos e indios. Motivo por el cual la mujer también se sintió
representada por dicho programa y se unió, combatió y asumió los
costos de la derrota hasta con su propia vida.
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Luego, en una segunda etapa, entre 1820-1826, participaron Paulina
Huamán, Eufrasia Ramos, Buenaventura Munive, Francisca Aguirre,
Rosa Arce, Manuela Beltrán, Santusa Canque, Paula Noguera, Ventura
Monjarras, las heroínas Toledo (María Ramos de Toledo —madre— y
sus dos hijas: Cleofé e Higinia Toledo Ramos) y María Parado de Bellido.
Así Mc Evoy (2021) señala que las tareas de la mujer en esta etapa con-
sistieron, entre otras, en labores de inteligencia: trasladando mensajes,
realizando misiones de espionaje y repartiendo propaganda; en suma,
se trató de una opción de la mujer por la libertad de su patria, que
también intrínseca y simbólicamente consistía en su propia libertad de
una situación-relación asimétrica y desigual (Santos, 2023).
3.2. La participación de los campesinos y los afroperuanos en el
proceso de independencia
Como señalábamos, desde hace décadas existen numerosos estudios
sobre la participación de diversos actores en el proceso de la indepen-
dencia. Quizá la época de mayor producción académica al respecto fue
en el gobierno de Velasco Alvarado. El autor que ha sistematizado el
tema específico de los campesinos es Ramírez (2019), quien define que
se entendía por campesino a aquella persona que vivía «en el común de
indios y comunidades del área andina, pobladores del área rural que tra-
bajaban y vivían de la agricultura, la ganadería, del trabajo minero y el
comercio, actividades con un nivel de desarrollo extensivo» (p. 240).
Entre los campesinos también existieron subdivisiones sociales: campe-
sinos libres, campesinos siervos, afroperuanos, esclavos, libertos, peque-
ños comerciantes, sacerdotes doctrineros. Por otro lado, también se tiene
la participación de los campesinos en el ejército patriota integrando
partidas, moneras y guerrillas, modalidad de organización que más se
adapta a la realidad geográfica del país.
Desde el inicio de la llegada de los españoles se produjo resistencia
por parte de los campesinos indígenas. Tal como ha señalado Macera
(1985), fueron ciento doce rebeliones: la de 1536 liderada por Manco
Inca, la de 1565 liderada por Cristóbal Callavallauri, la de 1710 con
Melchor Julián Mayta Canchari en Acolla, la de 1735 liderada por
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Cristóbal Huayna Atoc en Junín, la de 1752 con Casimiro Lambato en
Jauja, la de 1737 con Ignacio Torote y del Apu Inga Juan Santos Atahualpa,
la de 1781 con Nicolas Dávila Astocuri en Jauja. Sin perjuicio de señalar
que en vísperas a la proclama de la independencia en Lima, en toda la
sierra central del Perú se realizaron proclamas de la independencia desde
noviembre de 1820 (Huamanga, Huancayo, Jauja, Tarma, Cerro de Pasco
y Huánuco). Sobre esta etapa Ramírez (2019) señala la participación de
mestizos, indígenas y afroperuanos como Basilio Auqui (1814-1820),
Ignacio Quispe Ninavilca (1820), Miguel Artica, Alejo y Baltazar Auqui
(1822), Pedro Guaitalla (1822), Pedro Yauta (1822), Conde (1822), Félix
Mendoza (1822), Cayetano Quirós (1822), José Olaya Balandra y los
deno minados morochucos.
Por otro lado, en cuanto a la participación de los afroperuanos,
Ramírez (2019) refiere que los afroperuanos esclavos y libertos se pusieron
a las órdenes de San Martín luego que desembarcara en Pisco, en un
número de seiscientos, luego creció cuantitativamente a mil cien, actuaban
siempre en la costa, que era el área geográfica en la que mejor desarro-
llaban sus labores, ya que las alturas de las serranías les afectaban en su
salud; todos tuvieron el objetivo central y común de obtener su libertad.
Una vez concluido el proceso de independencia no la obtienen por parte
de San Martín, pero a decir de Llap (2021), al menos Bolívar dictó la
Orden Suprema de fecha 24 de marzo de 1824 con la que les otorgaba
el derecho de elegir al amo que prefirieran. Es decir, se trataba de una
libertad condicionada a tener un amo, de su elección, pero amo, final-
mente.
En suma, el papel que jugaron los campesinos y los afroperuanos
desde 1780 con la participación en la gesta de Túpac Amaru y luego en el
propio proceso de independencia de 1806 a 1826, resultó de vital impor-
tancia para obtener la ansiada independencia, no sin enfrentamientos e
incoherencias entre ellos mismos; ya que la mayoría de criollos se man-
tenían fidelistas a la Corona española, a diferencia de sus honimos de
Caracas y Buenos Aires, que habían optado por la independencia política
plena. Luego, los criollos temían la participación masiva y activa de los
campesinos y los afroperuanos, ya que no había una identidad y relación
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social entres dichos sectores. Por último, se debe precisar que la indepen-
dencia no empezó en Lima, sino en el ámbito rural y campesino, es decir,
en la sierra central (Huamanga, Huancayo, Jauja, Tarma, Cerro de Pasco
y Huánuco); lo que en suma corrobora la participación del campesino
en esta gesta, proceso político, social y económico aún en marcha.
4. LA CONSTITUCIÓN DE 1823 Y LA INSTAURACIÓN DE LA
REPÚBLICA
Tal como afirma De la Haza (2023), la Constitución de 1823 fue la pri-
mera norma constitucional como república que propuso una visión libe-
ral de la sociedad peruana y sirvió para la formación del Estado nación;
su estudio, su comprensión, su análisis y su valoración sirven para enten-
der la realidad actual. Hay dos hechos de trascendencia que grafican la
cuestión de la instauración de la república; el primero, cuando se pro-
duce el cabildo para abordar la independencia en Lima, el 15 de julio de
1821. Dicha acta de independencia fue rubricada por tres mil quinientas
tres firmas que representaron lo que en esos tiempos se debían conside-
rar ciudadanos. Pero en contraposición a lo que se cree, dicha acta no
fue firmada por las mujeres, los indígenas, los esclavos y los plebeyos,
estos fueron excluidos de tal acto político e histórico (Rosas, 2021). Por
otro lado, el Congreso Constituyente de 1822, convocado por San Martín,
recién suscribe el texto constitucional el 12 de noviembre de 1823 por
cincuenta y seis constituyentes, y se repitió la misma conformación
sociodemográfica del acta de independencia, es decir, sin la presencia de
la población mayoritaria de la naciente república, lo que significó, en
suma, la formación de una república asimétrica, sin representatividad,
sin legitimidad y desigual. A la vez, paradójicamente, este acto aportó un
logro de trascendental importancia político-jurídica como la instaura-
ción de un régimen constitucional. En consecuencia, era la democracia
la que se imponía en el Perú, y se dejaba atrás el predominio de la volun-
tad de un rey o de su representante (Walker, 2022).
Por eso los constituyentes dejaron establecido que la república que
nacía «es independiente de la monarquía española, y de toda dominación
extranjera y no puede ser patrimonio de ninguna persona, ni familia».
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Así lo estableció el artículo 2 de la Constitución de 1823, concordante
con los artículos 27 y 28 que prescribían que el gobierno es popular
representativo y su ejercicio consiste en la administración de los tres
poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
Aquel Congreso Constituyente solo fue conformado por criollos y
mestizos, se excluyó a las mujeres, los indígenas y los afroperuanos. La
Constitución de 1823 fundó, así como lo afirma Manrique (2006), una
república sin ciudadanos; en definitiva, la historia oficial resalta sobre-
manera la participación de San Martín y Bolívar para obtener la rup-
tura con la Corona española, pero omite considerar a los campesinos, las
mujeres y los afroperuanos como ciudadanos de la naciente república
peruana, lo que trajo como consecuencia que estos no participaran de
la visión de la construcción de sociedad que se fundaba simbólicamente
con aquella Constitución. Quizá por eso los cincuenta años posteriores
a la era republicana fueron de absoluto desencuentro entre militares,
pobladores y comunidades indígenas.
Hoy, a más de doscientos años de cumplirse el hecho histórico y
simbólico de la independencia se hacen necesarias nuevas perspectivas.
Primero, revisitar críticamente la historia oficial y patriarcal, que signi-
fique no solo una nueva narrativa, que revindique el papel de la mujer,
el campesino y el afroperuano desde 1780 a 1820; segundo, volver a esa
relación y comunicabilidad que existía en los siglos XVII y XVIII entre
la filosofía y la ciencia jurídica, ya que en la actualidad permanecen
distantes y separados unos de otros a causa de una doble impermeabili-
dad: de un lado, por el carácter autorreferencial y el aislamiento cultural
de la ciencia jurídica que, en nombre de su tradición milenaria, siempre
ha defendido su propia autonomía, respecto de las ciencias sociales; del
otro, por la inaccesibilidad del saber jurídico a los no juristas, debido
a su carácter cada vez más técnico y especializado, que ha acabado por
inhibir el conocimiento de las categorías elementales del derecho a los
sociólogos y a los teóricos de la política, por lo general dotados de una
cultura principalmente histórica y filosófica (Ferrajoli, 2023).
Así las cosas, el proceso de independencia se forjó y consolidó con
guerras y batallas a cargo de militares, por lo que una vez proclamada,
fue un militar, San Martín, quien convocó el 27 de diciembre de 1821
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al Primer Congreso Constituyente. Aunque debido a que la guerra por
la consolidación de la independencia continuaba, recién se instaló el 20
de septiembre de 1822 y tuvo una vigencia de tres años, desde el 12 de
noviembre de 1823 hasta el 9 de diciembre de 1826, a causa no solo de
la situación de guerra, sino también a que por primera vez se discutía
y promulgaba una Constitución en tierra americana, que trajo como
resultado la Constitución de 1823, la cual no se aplicó totalmente o fue
de efímera vigencia. Sobre esto, Llap (2021) discrepa de dicha afirmación
al señalar que fue Bolívar en aplicación del artículo 100 de dicha Cons-
titución al establecer la Corte Suprema.
Por ello, a decir de Ramos (2017), la primera Constitución se
caracterizó por ser el primer documento constitucional aprobado por
un Congreso Constituyente convocado y realizado en territorio peruano,
no logró reunir a todos los representantes del territorio que integraban
la nación, ya que cinco de los once departamentos que la conformaban,
al estar ocupados militarmente por los realistas, no pudieron participar;
su vigencia fue nula, pues coincidió con el arribo de Bolívar y la guerra
por la consolidación de la independencia; fue una Constitución de corte
parlamentarista y no presidencialista; el Poder Legislativo estaba confor-
mado por una sola cámara; la ciudadanía se otorgó a los peruanos casa-
dos o mayores de veinticinco años, siempre que tuvieran una propiedad
o ejercieran alguna profesión o arte; los empleados judiciales eran ina-
movibles y de por vida, siempre que su conducta no diera motivo para
lo contrario.
En ese orden, Basadre (2022) al respecto menciona que al iniciarse
la independencia e instaurarse la república nada había cambiado a
excepción de que algunos españoles habían partido a Europa, los crio-
llos continuaron sin alteración de sus costumbres; los indios siguieron
siendo «el barro vil con que se hace el edificio social», los afroperuanos
continuaban en las grandes haciendas costeñas y el clero con sus privi-
legios de siempre.
Tanto es así que el primer Código Civil aunomo y que debía
regir en todo el territorio patrio, se puso en vigencia luego de treinta
y un años de decretada la independencia, ya que inclusive después de
1821 seguía vigente el derecho español (partidas, recopilaciones, Leyes
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de Indias, entre otros); es decir, el Código Civil de 1852 fue conservador
y tradicional, ya que no consideró como ciudadana a la mujer, no per-
mitió el divorcio de esta ante la infidelidad del marido, no reguló a las
comunidades indígenas y nativas a pesar de que constituían un sector
demográfico cuantitativo importante (Santos, 2023).
En suma, la Constitución de 1823, a decir de Tello (2023), tuvo
como fuente de inspiración a la Constitución de Estados Unidos de 1787.
Por ende, fue de ideas liberales en lo político, pero conservadora en lo
social, ello se evidencia cuando propuso la separación de poderes, con-
solidó la independencia de la administración de justicia y reconoció
la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Pero
también debe señalarse, como lo afirman Morales y Tornero (2023), a
pesar de la dación de dicho texto constitucional pervivieron formas de
derecho colonial, es decir, la transición y el fenecimiento de las insti-
tuciones virreinales a las liberales y republicanas fue un proceso lento,
conflictivo y traumático. A ello se suma la tesis de Bermúdez-Tapia (2022),
cuando asegura que se puede contradecir la afirmación de que en el
Perú del siglo XIX hubiese existido la condición de ciudadanía, por las
siguientes razones: (a) solo una porción pequeña de la población era
considerada ciudadana; (b) el nacimiento no generaba una ciudadanía
inmediata, sino que se necesitaba tener ciertos requisitos para ser con-
siderado ciudadano; (c) los extranjeros podían obtener la ciudadanía;
(d) la sociedad y el ejercicio político eran muy limitados y excluyentes;
(e) el influjo de las costumbres españolas; y, (f) no había eficiencia en la
Administración pública.
5. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La historia oficial y patriarcal ha invisibilizado el papel y rol de la par-
ticipación de la mujer, el campesino y el afroperuano en el proceso
sociohistórico de la independencia. En realidad, como todo proceso, la
ruptura con la Corona española fue la confluencia de factores externos e
internos a favor de los patriotas; lo que en suma significó la coordinación
y las coincidencias entre criollos, mestizos, mujeres, campesinos y afro-
peruanos. Por ello, para una mirada integral y completa de la historia se
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requiere que la historiografía y el Estado, desde las instancias educativas,
pongan en valor el rol y el aporte de estos en el proceso de independen-
cia y posterior instauración de la república. Ello implica promover desde
todo ámbito una discusión nacional sobre la construcción de una ciu-
dadanía plena y efectiva, que signifique su participación protagónica en
la vida social, económica, cultural y política del país.
En el proceso de la independencia, las mujeres al proponer la rup-
tura con la Corona española y un nuevo sistema económico, social y
jurídico, intrínsecamente también planteaban su propia reivindicación
como personas, como mujeres, como peruanas; en consecuencia, se pre-
senta liminarmente la primera generación de mujeres feministas. Esto
implica que el Estado, desde las políticas públicas, haga más efectiva y
eficaz la representación, el valor y la igualdad de oportunidades entre
hombres y mujeres. Una democracia y un Estado constitucional de
derecho no serán posibles ni viables sin la participación activa de ellas.
La Constitución de 1823 fue de tendencia liberal en lo político,
pero conservadora en lo social. Si bien instauró las bases del régimen
democrático, que se resumía en que la vida social, política, económica
y jurídica ya no iba ser ordenada desde España, sino por los propios
peruanos; a la vez resultaba discriminatoria, pues si bien es cierto
asentó la legalidad, mas no la legitimidad y la representatividad, ya que
no consideró como ciudadanos a las mujeres, los indígenas y los afro-
peruanos, no reflejó jurídicamente a toda la población, menos aún al
conjunto de la estructura social peruana, que en aquella época era hete-
rogénea, dispersa, aislada, incomunicada. En realidad, dicha norma
constitucional reflejó una determinada sociedad: una que era elitista,
excluyente, centralista y discriminatoria; situación que sigue siendo un
desafío para el país.
Volver a revisar críticamente el pasado y los hechos históricos resulta
útil y necesario, no solo para comprender causas y consecuencias, sino
además para ver lo que no hemos sido (Basadre, 2022). Por ello, resulta
un reto para el país y la convivencia democrática analizar-diagnosticar
el presente y proyectar el país con apertura, ánimo democratizador e
inclusivo, lo cual supone hechos concretos como que el Ministerio de
Cultura declare como patrimonio inmaterial de la nación a los saberes
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ancestrales y comunitarios; reivindique, difunda y publique el valor his-
tórico, cultural, social y político de los pueblos afroperuanos, las mujeres
indígenas y los campesinos.
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Financiamiento
Autofinanciado.
Conflicto de intereses
El autor declara no tener conflicto de intereses.
Contribución de autoría
Recojo, análisis e interpretación de datos para el trabajo, así como su diseño;
redacción del trabajo y aprobación final de la versión que se publicará.
Agradecimientos
El autor agradece los alcances, los diálogos y las sugerencias brindadas por la
Mgtr. Fiorella Elizabeth Huamán Villalta y por el Abg. Luis Alberto Saavedra
Villalobos. También es necesario señalar un agradecimiento especial al Dr. Nilton
César Velazco Lévano por sus observaciones y sus revisiones para la confección
del presente manuscrito.
Biografía del autor
El autor nació en la provincia de Huarmey, del departamento de Áncash, el 28
de agosto de 1972. Realizó sus estudios superiores de abogacía en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Posee el grado académico de magíster
en Derecho Penal y Procesal Penal por la Universidad Privada César Vallejo, es
doctor en Derecho por la misma casa de estudios. En el año 2005 ingresó a la
carrera fiscal, como fiscal adjunto, y actualmente se desempeña como fiscal
provincial penal titular de Tarapoto, en el Distrito Fiscal de San Martín. En el
o 2023 publicó el libro Miguelina Acosta: primera abogada litigante del Perú.
Es autor del artículo «La perspectiva de género desde el feminismo jurídico de
Miguelina Acosta».
Correspondencia
walberdolo@gmail.com