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Llapanchikpaq: Justicia, 6(8), 189-217
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1. introduCCión
En el contexto peruano, se estima que alrededor de 3 209 261 personas
enfrentan alguna forma de dificultad o de limitación permanente
que impacta su vida diaria, según el informe Perfil sociodemográfico
de la población con discapacidad, 2017, elaborado por el Instituto
Nacional de Estadística e Informática (INEI) en colaboración con el
Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapaci dad
(Conadis). Esta cifra engloba a personas de diversas edades, siendo
el grupo más afectado los adultos mayores de 60 años, que represen-
tan el 40.1 % de la población con discapacidad. Está seguido por los
adultos de 45 a 59 años (21.9 %), los adultos jóvenes (12.8 %), los
jóvenes de 18 a 29 años (10.7 %), los adolescentes de 12 a 17 años
(6.9 %), los niños y las niñas de 6 a 11 años (5.6 %) y los menores de
6 años (1.9 %) (INEI, 2019, p. 1).
Las estadísticas muestran que la dificultad visual es la
discapacidad más común, que afecta al 48.3 % de la población
discapacitada en Perú, seguida por problemas de movilidad (15.1 %),
de audición (7.6 %), de aprendizaje (4.2 %), de interacción social (3.3
%) y de comunicación (3.1 %) (INEI, 2019). Estas cifras resaltan la
necesidad de asegurar un acceso justo al sistema judicial para todas las
personas, incluyendo aquellas con discapacidades visuales o auditivas.
En Perú, las personas con discapacidad auditiva o visual
encuentran desafíos considerables al tratar de acceder al sistema legal.
La falta de intérpretes especializados en lengua de señas peruana
(LSP) y la escasez de recursos adaptados a sus necesidades, como
información accesible o tecnologías de apoyo, son barreras que limitan
su participación efectiva en los procesos legales.
Del mismo modo, las personas con discapacidad visual se
enfrentan a desafíos relacionados con el acceso a la información escrita
y visual en el contexto legal. La falta de documentos en formatos